Hoy viernes 9 de octubre, tuve un día "chocolate sol", después de una mañana movida me preparo para mi encuentro virtual de 4 a 6 de la tarde, luchamos un poco con Skype, finalmente después de varias reconexiones logramos entender lo que el profe nos quería compartir.
Luego de un pequeño descanso de nuevo me preparo para el encuentro virtual del e-learning 09, todo estaba listo los ánimos encendidos, por fin iba a poder entrar a tiempo, todos listos, empezamos con la comunicación por Skype, pasa lo mismo perdemos la comunicación, de nuevo intentos y más intentos, finalmente se decide por el acrobat, hasta ahí todo va bien, nos habilitan los micrófonos pido la palabra no me oyen, espero, pido la palabra no me oyen, por medio del chat interno pido ayuda a uno, a otro, a algunos de mis compañeros; ellos de manera paciente me explican. Nada, configuro, hago las pruebas de sonido, nada; llamo a mi marido ingeniero, él lo intenta, chatea, ensaya, nada, pasan los minutos y empieza a jugar un papel importante la desesperanza, todos piden la palabra, opinan, se ríen, lo intento de nuevo grito holaaaaaa y nada, entonces ¿qué pasa???? Aparece ahora el sentimiento de impotencia ante la tecnología, pienso y manifiesto por el chat, me siento en una jungla con panteras, leones, pirañas, cocodrilos, serpientes venenosas????? ¡!!!!No!!!!! Lo peor es que es, con un computador vivido como detonador atómico y no como una dulce tarde de verano.
Entonces esta dualidad entre guerra y la paz logra bloquear la mente y activar la emoción, la cual rompe con la razón y empiezas a jugar con un hilo muy delgado de ángeles o demonios, claro esto suena a novela de Agatha Cristi.
Pero tranquilos estos instintos solo aparecen en el trabajo virtual , que hoy a mis 44 y próximos 45 años de existencia pone a prueba mi razón y mi emoción, espero lograr controlar la razón?? NO, la emoción? NOOOOOOOOOOO, EL COMPUTADOR.
Buena suerte compañeros y ya les contaré mis adelantos, eso espero.
Isabel Cristina: como contertulio en aquella, para ti, 'fatídica noche con la tecnología', te cuento que, de algún modo, todos hemos vivido esos sinsabores cibernéticos. De hecho, un problema que tuve con un virus en mi computador generó toda una disertación que se convirtió en un sustancioso ensayo para el primer semestre de la maestría, a propósito de nuestra memoria puesta en medios externos... hemos confiado nuestra memoria a los computadores, discos compactos, dispositivos USB o servidores; tema éste que puede suscitar un escenario más amplio de investigación y cuestionamiento. Una de las cosas más interesantes del asunto a partir de tu experiencia angelo-demoníaca, a mi modo de ver, es analizar y profundizar en las relaciones tecnologías - hombre, desde diferentes perspectivas, haciendo énfasis en esa extraña incertidumbre, desazón o desconcierto que sentimos cuando notamos que no todo está bajo nuestro control al entablar procesos mediatizados con TIC. Pero, en fin, alguna vez también nos asombramos ante el fuego.
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